Vuelo 123 de Japan Airlines: heridas, memoria y un cambio profundo en la cultura de seguridad japonesa
Japan Airlines 123
El 12 de agosto de 1985, el vuelo 123 de Japan Airlines (JAL) se estrelló en la cresta de Osutaka, en Gunma. Murieron 520 personas y sobrevivieron cuatro: la peor tragedia mundial en un solo avión y el accidente más doloroso en la historia de Japón.
Más que un suceso aeronáutico, fue un parteaguas social y cultural que redefinió la relación entre el público, los medios, a Japan Airlines, a las autoridades y la confianza de los pasajeros del sistema de transporte aéreo.
Ese día, un Boeing 747SR de Japan Airlines (JA8119)
despegó del aeropuerto de Haneda con rumbo a Osaka. Doce minutos después,
cuando ya volaba a unos 7 300 metros, se produjo una descompresión explosiva:
el mamparo trasero (aft pressure bulkhead), reparado de forma incorrecta tras
un incidente de tailstrike siete años antes ocurrido en el aeropuerto de Itami.
El mamparo cedió de repente. Esa falla estructural arrancó el estabilizador
vertical del avión, destruyó las cuatro líneas hidráulicas y dejó la nave
prácticamente incontrolable.
| JA8119 (El avión siniestrado) en el aeropuerto de Osaka Itami |
Durante treinta minutos de agonía en el aire los pilotos lucharon contra fuerzas que desafiaban la física y la ingeniería. Intentaron controlar la aeronave usando únicamente el empuje de los motores y desplegaron el tren de aterrizaje para añadir resistencia y estabilidad. Oscilaciones violentas, conocidas como "Dutch roll" y movimientos fugoides, sometieron a la tripulación a un esfuerzo extremo. Cada decisión, cada ajuste, era la diferencia entre prolongar la vida de la aeronave y el inminente desastre.
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| Representación de los ciclos fugoide del avión |
Las grabaciones de la cabina muestran una secuencia angustiosa de órdenes y reportes: alertas de pérdida de presión hidráulica, luces de puertas desbloqueadas, solicitudes de retorno a Haneda y comunicaciones con control de tráfico aéreo que apenas podían registrar la gravedad de la situación. La tripulación llegó a declarar: “Pero ahora incontrolable”. Y, sin embargo, lograron mantener el avión en el aire mucho más tiempo de lo que cualquier piloto habría esperado, un testimonio de su habilidad y valor.
A pesar del caos absoluto en la cabina, la tripulación de JL123 no olvidó a los pasajeros. Las azafatas se aseguraron de que quienes podían usar máscaras de oxígeno lo hicieran y trataron de tranquilizar a los que estaban aterrorizados, guiándolos y hablando con calma a través del intercomunicador mientras el avión oscilaba violentamente. La empatía y el coraje de estas mujeres, especialmente de Yumi Ochiai, una de las pocas sobrevivientes, mostraron un esfuerzo heroico por mantener la seguridad y la esperanza de los pasajeros hasta el último momento, incluso cuando la tragedia era inevitable. Esta dedicación subraya que, más allá de la ingeniería y la pericia técnica, la humanidad de la tripulación fue un escudo contra el pánico en los momentos finales.
| Fotografía al interior del avión antes del siniestro |
A pesar de las heroicas acciones de la tripulación,
finalmente el avión chocó contra el monte Takamagahara, cerca del monte
Osutaka, en la prefectura de Gunma, a unos 100 km de Tokio.
A bordo viajaban 524 personas: 509 pasajeros y 15
tripulantes. El saldo fue devastador: 520 muertos y apenas 4 sobrevivientes. Algunos
pasajeros sobrevivieron al impacto inicial, pero muchos fallecieron antes de
ser rescatados. El sitio del accidente era remoto y difícil, lo cual retrasó
las operaciones de rescate varias horas.
La Comisión de Investigación de Accidentes Aéreos
de Japón concluyó que la causa fue una reparación mal hecha por técnicos de
Boeing en 1978. En lugar de usar una pieza de refuerzo soldada con doble hilera
de remaches, se colocó una placa dividida con una sola hilera de remaches,
reduciendo drásticamente la resistencia estructural hasta alrededor del 70 %.
Con los ciclos de presurización repetidos, se
formaron fisuras de fatiga que finalmente provocaron la ruptura catastrófica. Este
accidente no fue solo un fallo técnico: evidenció deficiencias en supervisión
de mantenimiento, énfasis excesivo en el ahorro de costos por encima de la
rigurosidad técnica, y un peligroso alejamiento de los protocolos correctos
| Secuencia de ruptura del mamparo en vuelo |
Entre las respuestas regulatorias y técnicas
posteriores destacaron inspecciones reforzadas y directivas de aeronavegabilidad
específicas para mamparos de 747, además de programas de mantenimiento por
envejecimiento estructural. Estas medidas trascendieron Japón y quedaron
incorporadas en el acervo global de seguridad.
El impacto social en Japón
1) Un duelo nacional que se
ritualizó
Cada 12 de agosto, familiares, vecinos de Ueno-mura
y personal de JAL suben a Osutaka y se reúnen en el Irei-no-Sono (jardín
conmemorativo) para recordar a las víctimas. Es un rito cívico que consolidó la
memoria pública del accidente y generó una ética de “recordar para que no se
repita”. En la propia compañía, el 12 de agosto es el JAL Safety Day y
los empleados nuevos visitan el lugar como acto formativo.
2) Una reconfiguración de la
cultura corporativa
La tragedia quebró la confianza pública en la
aerolínea. En respuesta, JAL creó en 2006 el Safety Promotion Center (SPC),
un espacio museístico y pedagógico donde se exhiben restos, testimonios,
cronologías de accidentes y compromisos escritos de empleados. El mensaje es
explícito: la seguridad es una práctica organizacional transversal, no un
departamento. Este centro y sus programas de inducción han sido citados como
parte del viraje cultural de JAL hacia una “seguridad primero (y siempre)”.
Desde entonces, la seguridad operacional en Japan Airlines se ha destacado,
marcando ejemplo, conmemorando siempre a lo que la propia empresa describe como
lo más valioso “La vida y confianza de sus pasajeros y tripulaciones”
3) Medios, ética y memoria
El tratamiento mediático del desastre fue intenso
y, a veces, invasivo. El académico británico Christopher P. Hood (uno de
los autores que más ha escrito sobre el JL123) documenta cómo las cadenas
interrumpieron su programación y cómo la competencia por las primicias rozó
límites éticos. En sus palabras: “Many TV stations broke
off their normal broadcasts… to report the crash and follow events.” Hood analiza además cómo cada
aniversario impulsa nuevas narrativas, preguntas y controversias que moldean la
memoria colectiva del accidente.
| Restos del vuelo siniestrado |
4) Las cartas de despedida (遺書, ishō)
y la humanización de la tragedia
Entre los elementos más movilizadores para la
sociedad estuvieron las ishō escritas por algunos pasajeros en los 32
minutos de agonía del avión. Circularon en prensa, en museos y en
dramatizaciones, volviendo íntima y tangible la pérdida. Este componente humano
ayudó a que el vuelo 123 trascendiera el ámbito técnico y se instalara en la conciencia
nacional como una historia de vidas interrumpidas, no solo de sistemas que
fallan. (Discusión analizada por Hood en sus estudios sobre narrativas y
memoria del JL123).
| Cartas de despedida por parte de un pasajero |
5) Arte, literatura y pantalla:
el accidente como espejo social
La tragedia inspiró novelas y adaptaciones que
interrogan a la prensa, la empresa y el Estado. Destacan “Climber’s High”
(Hideo Yokoyama), que examina la toma de decisiones en una redacción
regional, y “Shizumanu Taiyō” (Toyoko Yamasaki), que ficciona tensiones
laborales y corporativas alrededor del suceso. Estos relatos popularizaron
debates sobre responsabilidad, transparencia y cultura organizacional, y
fijaron imágenes simbólicas (la subida a Osutaka, el luto de las familias) en
el imaginario nacional. Hood mapea esta producción cultural y su influencia en
la opinión pública.
Del dolor al aprendizaje: cómo se
tradujo en prácticas de seguridad
- Seguridad
como valor organizacional: el Centro de Promoción de la Seguridad de JAL
en el aeropuerto de Haneda opera como “memoria viva” para empleados y
visitantes; su curaduría conecta decisiones cotidianas con consecuencias
humanas.
- Entrenamiento
y evacuación: la
disciplina de cabina, la obediencia a instrucciones y la preparación ante
emergencias se reforzaron en JAL y en la industria japonesa. Décadas
después, la evacuación exitosa del A350 de JAL en Haneda (2024) se explicó
en gran parte por esa cultura de entrenamiento y aprendizaje
institucionalizado tras 1985.
- Mantenimiento
e inspecciones: más
allá del caso puntual del mamparo, se consolidaron filosofías de gestión
de estructuras “envejecidas” y auditorías que no solo buscan conformidad
documental, sino evidencia física de integridad. Las directivas sobre el
mamparo de 747 y los requisitos de inspección repetitiva son ejemplo de
cómo un fallo específico derivó en mejoras sistémicas.
La obra de Christopher P. Hood
Su libro Dealing with Disaster in Japan:
Responses to the Flight JL123 Crash (Routledge, 2011) y la crónica
posterior Osutaka: A Chronicle of Loss son referencias centrales
en inglés sobre el impacto social del vuelo 123. Hood aborda la interacción
entre familias de víctimas, medios, empresa y autoridades, y cómo esas
relaciones van redefiniendo la memoria del desastre con el paso de los años.
A modo de muestra, otra línea breve de su ensayo
sobre narrativas y cobertura mediática: “Members of the press also pretended
to be doctors” (para acceder a áreas restringidas en los primeros días), un
ejemplo de las tensiones éticas que el caso detonó en el periodismo japonés. De
esta práctica se desprenden las inhumanizadas imágenes que muestran los restos
del avión siniestrado en el sitio y sus pasajeros.
¿Por qué el JL123 sigue
importando hoy?
Porque en Japón cristalizó una idea potente: la
seguridad no es una norma, es una cultura que se cultiva con memoria. El SPC
de JAL, los rituales en Osutaka, la literatura y la crítica mediática operan
como recordatorios de que la prevención nace de reconocer el costo humano del
error.
Agradecimientos especiales
Agradezco mucho a Japan Airlines por concederme una
visita al Centro de Promoción de la Seguridad el 27 de enero del 2025. Como un
asiduo seguidor de la aviación civil japonesa, se trató de un invaluable regalo
que me permitió conectar mucho más con el elemento más importante: El factor
humano en la aviación. Fue un honor para mi presentar mis respetos en memoria
de las víctimas y sus dolientes. Agradezco las atenciones prestadas en español
y en inglés especialmente para mi visita. Reconozco profundamente la
hospitalidad japonesa y eternamente estaré en deuda por abrirle a un extranjero
un espacio tan íntimo para la cultura japonesa como ese.
Referencias consultadas
- Artículos
de contexto y memoria reciente del accidente (Nippon.com). Nippon
- Lecciones
técnicas y cronología del fallo del mamparo (FAA Lessons Learned y
traducción/compendio del informe de la JCAB). Administración Federal de
Aviación+1
- Directiva
de aeronavegabilidad sobre inspecciones del mamparo del 747 (Federal
Register, 2007). Federal Register
- Centro
de Promoción de la Seguridad de JAL (sitio oficial). jal.com
- Evacuación
del A350 en Haneda y vínculo con la cultura de seguridad post-1985 (AP). AP News
- Christopher
P. Hood: libro y ensayos sobre narrativas, medios y memoria del JL123. WikipediaChristopher P. Hood

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