En esta entrada, vamos a centrarnos en la relevancia que puede disponer un sistema de transporte para conseguir ser un elemento de cambio. A lo largo de la entrada, la intención es que se comprenda que el transporte no es un elemento aislado y, que su "éxito" depende en buena medida de lo bien que logre integrarse con otras disciplinas. Los esfuerzos aislados prácticamente nunca funcionan y, como lo he escrito en mi ensayo "reflexiones sobre los retos de los sistemas de transporte y movilidad en América Latina" esto, en muchos proyectos, es la causa raíz del fracaso de estos. Ahora bien, partamos de un par de premisas.
Si los sistemas de transporte son un indicador implícito de las relaciones económicas, sociales, tecnológicas e industriales y desarrollo de un país, las políticas que afecten a los sistemas de transporte deben ser considerados de interés nacional.
Si los sistemas de transporte son puestos como un tema de interés público, considerando las relaciones fundamentales que estos guardan con la sociedad, deben considerarse esas mismas características. No hay ciudades iguales o soluciones que apliquen en diferentes contextos radicalmente diferentes. Legislar en materia de transporte para conceptualizar un marco normativo ajeno objetivo y centrado en la realidad actual debería ser, cuando menos, una urgencia. Porque en un contexto dónde los proyectos se realizan con base en una agenda política y no en la atención verdadera a los problemas que ahogan el potencial industrial, económico, tecnológico y social de un país, es imperativo ampararnos de algo y ese algo, en mi opinión, deberían ser las leyes. ¿Quién o qué nos va a proteger de vernos privados de un derecho cómo lo es el transporte? En el fondo, las condiciones de vida tan irrisorias que existen en América Latina tienen mucho que ver con el mal desarrollo, planeación y operación de los sistemas de transporte.
Hablar de ingeniería en transporte abarca aún más elementos por considerar, cuya base es la ingeniería, la exactitud y certezas que ofrece la ciencia, así como la exploración y el desarrollo de soluciones, permaneciendo ajena a tendencias políticas o culturales que alejen a las sociedades modernas de alcanzar su potencial máximo a causa de las deficiencias en sus sistemas de transporte. El enfoque desde la ingeniería no es casualidad.
¿Por qué se dice que el transporte es un indicador del desarrollo?
Aquellas ciudades que han dispuesto mayor cantidad de recursos a este rubro disponen de redes con óptimos niveles de servicio. Las redes de transporte no solo consisten en vías rápidas, ejes viales o autopistas urbanas, sino en la integración de sus sistemas de transporte.
El fracaso de un sistema de transporte puede conducir a externalidades que no se ligan directamente al sistema de transporte. Un fracaso de un sistema de transporte puede representar en una sociedad la pérdida de su identidad, aumento del congestionamiento de tránsito, migración, aumento de los costos de vida, incremento de precios en la región, disminución de la interacción económica en la región, aumento de la delincuencia, pérdida de cohesión social que puede conducir al abandono parcial de un centro urbanizado, así como concentración excesiva de población en zonas cuya cobertura del transporte no se haya sido adecuadamente planeada para el incremento en la demanda que la migración a otros centros urbanos pueda causar, que a su vez contribuye al deterioro acelerado de las redes de transporte existentes, no solo a causa del desgaste que provoca el uso intensivo, sino , disminuyendo sus propiedades y atributos como la velocidad, su frecuencia y otros factores cualitativos para el usuario, pues el nivel de servicio proyectado se verá modificado.
Aunque entendemos las relaciones fundamentales que la sociedad moderna tiene con el transporte, por el simple hecho de que no es posible concebirla sin la existencia de estos, el transporte sigue siendo influenciado, al menos en América Latina, de manera preponderante por los factores políticos, que, por llamarlo de alguna manera, son modas europeas o norteamericanas que llegan a nuestro contexto, no siempre aterrizadas en la realidad que vivimos. ¿Es la bicicleta lo que va a garantizarle un derecho al transporte a una persona con movilidad reducida? ¿A la abuela? Entender nuestra sociedad (Y todo nuestro contexto) es solo la aproximación inicial para entender a los sistemas de transporte como un elemento transformador que nos acerque a conseguir, como sociedad, la plenitud.
No debe caerse en la tentación de adquirir una postura en contra, por ejemplo, de las bicicletas o de los automóviles. Integrar es mejor que prohibir.
En primera instancia, debe procurarse que la legislación en materia de transporte y movilidad, sea retomada por profesionales de carrera del transporte, sin una visión enteramente empresarial o política, sino cuyo enfoque sea principalmente social, convendría siempre procurar que sea en manos del estado, de modo que se realice buscando privilegiar el derecho a una movilidad digna y segura, aplicado al contexto estatal y municipal, procurando incentivar el desarrollo de nuevas tecnologías para los sistemas de transportación, entendiendo siempre que no hay una solución que sirva para lugares distintos, que sea un marco normativo que mantenga leyes y reglamentos justos e imparciales para todos los modos de transporte, de manera que se preserven las ventajas inherentes a cada uno de ellos, promoviendo servicios seguros, accesibles, con la mayor cantidad de atributos que un sistema de transporte puede poseer, siendo rentables, sustentables y eficientes, fomentando condiciones económicas que permitan estimular el crecimiento económico, siendo accesibles para usuarios sin que exista una competencia destructiva, entendiendo las relaciones estrechas que guardan los sistemas de transporte con la sociedad.
Tomar en cuenta las relaciones fundamentales del transporte como los factores tecnológicos, industriales, sociales, culturales, geográficos, militares, económicos, es apenas el primer acercamiento para solucionar, de raíz, los problemas de transporte que asfixian nuestro potencial.
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